Con el aumento de las necesidades del ser humano en disponer de soluciones tecnológicas cada vez más exigentes surge la necesidad de disponer de nuevos materiales que sean capaces de combinar las propiedades de diferentes materiales como los cerámicos, los plásticos y los metales a la vez. A estos nuevos materiales los llamaremos genéricamente materiales compuestos.
El uso de los automóviles supone un 12% del total de las emisiones de CO2 en Europa, lo que hace que en la actualidad el sector del automóvil se enfrente a una legislación cada vez más restrictiva respecto a las emisiones de CO2. Según diversos estudios, como The Material and Energy Impacts of Passenger Vehicle Weight Reduction, una reducción del 10% en el peso del vehículo se traduce en una mejora en el consumo del 7%. Esto hace que los materiales compuestos jueguen un papel relevante porque permiten obtener productos con un reducido peso y con altas propiedades mecánicas y rigidez.
Uno de los materiales compuestos que está cada vez más integrado en la industria del automóvil es la fibra de carbono, también conocida como CFRP (Carbon Fiber Reinforced Plastic). Los composites de fibra de carbono son entre 75-80% más ligeros que el acero y alrededor de un 30-40 % más que el aluminio. El uso de estos materiales se ha visto limitado durante años a los vehículos deportivos debido a la complejidad de su proceso de elaboración y el elevado coste de los materiales, pero el mercado se está abriendo a su introducción en vehículos de producción en serie, lo cual tendrá un impacto significativo sobre el CO2 liberado y el consumo de energía en una escala global.
Hoy en día la fibra de carbono es utilizada en diferentes lugares del automóvil. Su uso puede ser puramente estético y no afectar al rendimiento. Un ejemplo de esto podría ser la fabricación de las carcasas de los retrovisores o las inserciones del interior. En otros casos se buscarán su ligereza y resistencia para mejorar su comportamiento dinámico fabricando paneles de la carrocería de fibra de carbono, como el capó, el techo o en componentes aerodinámicos como alerones, difusores o deflectores de aire. También puede usarse en la fabricación del chasis, buscando aligerar el peso total mientras que se gana resistencia. Esta tendencia seguro que aumentará en el futuro aplicándose en nuevas zonas.
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